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En la parte nigeriana del
SAHARA
, los contrastes son fuertes, las dunas cambian de colores, edl blanco al ocre, del amarillo al rojo.
Las arenas vírgenes, a las curvas sin cesar renovadas, se proyectan como las olas del océano hasta la cumbre de montañas negras. Desde siglos, el viento y la arena han tallado en la roca innumerables figuras... nuestra imaginación hace el resto.
El Ténéré tiene múltiples caras: durante las grandes incursiones podemos recorrer cientos de kilómetros sobre una amplitud plana, de todos los lados, no hay nada que la línea huidiza del horizonte donde el cielo y la arena se confunden en la vacilación de las nubes.
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